domingo, 21 de septiembre de 2014

Bella e irrepetible

¿Te has fijado en cuántas mujeres se quejan de su apariencia? Algunas se lamentan porque tienen el cabello rizado y lo quieren liso, mientras que otras, lisas ellas, sueñan con tener largos rizos. Están las delgadas que quieren ganar kilos y las gorditas que quieren perderlos. La morena quiere ser más blanca, mientras que la blanca se siente realizada cuando logra broncearse.

En el mundo contemporáneo pocas mujeres se sienten contentas con lo que les dio la naturaleza y muchas recurren a cirugías, tratamientos, dietas, estilistas, gimnasios, esteticistas y a cuanta técnica, truco o recurso esté a su alcance para poder sonreír satisfechas cuando se miran en el espejo.

¿Por qué somos así? Una de las razones de esa insatisfacción son los estereotipos de belleza que, en el último siglo, han impuesto la publicidad y el mundo del espectáculo. La mayoría, mujeres de cuerpos esbeltos, tonificados, sensuales, dueñas de rostros hermosos y con pieles perfectas. Por fortuna, esa imposición, que en la última década ha sido en buena medida creada o “maquillada” por el photoshop, se está derrumbando.

Hace 100 años, el tipo ideal de belleza femenina era muy diferente al que se tuvo a finales del siglo XX. En 1912, el periódico The New York Times publicó un artículo sobre Elsie Rebecca Sheel, una joven de 24 años considerada la mujer perfecta. Sus medidas estaban lejos de los famosos 90-60-90 que tanto se publicitan en los reinados de belleza. Las medidas de Elsie Rebecca eran 89-76-101 y pesaba 77 kilos. Tenía las mismas proporciones de la diosa Venus inmortalizada por Milo en una de las esculturas más famosas del mundo.
Rebecca Sheel, la belleza perfecta en 1912, según el periódico The New York Times. (Tomada de http://www.lun.com/lunmobile//Pages/NewsDetailMobile.aspx?dt=2012-12-30&PaginaId=9&SupplementId=0&bodyid=0&IsNPHR=1. Editada).
Con el crecimiento de las industrias del espectáculo y la moda durante el siglo pasado, el prototipo de belleza comenzó a cambiar rápidamente de una década a otra, teniendo como referentes a las estrellas femeninas del momento.
En la actualidad, ¡por fin!, se están rompiendo los moldes y día tras día crece el número de mujeres que se aceptan como son: con sus “imperfecciones”, con sus medidas, con las características propias de su etnia o raza. Mujeres altas o bajitas; delgadas o rellenitas; de piel blanca, trigueña o negra; de ojos verdes, azules o café; mujeres de cabelleras rizadas o lisas. Mujeres que han descubierto que, al fin y al cabo, lo que verdaderamente importa es la actitud positiva frente a la vida.

Si aún no te has convencido de que en asuntos de belleza las cosas están cambiando, observa esta fotografía del calendario 2014 de una marca de vestidos de baño diseñados para todas las tallas:
Si eres del tipo de mujer que se siente insatisfecha consigo misma, rompe el molde; convéncete de que eres bella e irrepetible, y de que lo que importa es quererte a ti misma y aprender a destacar lo que te hace única por dentro y por fuera: la sonrisa a flor de labios, la mirada afectuosa o la seductora, las manos que acarician, el espíritu de superación, el buen sentido del humor.

Las industrias de la moda y la belleza nos dan gusto a todas. Nos dan las plataformas para aumentar la estatura; los diseños que nos quitan o nos agregan kilitos; los tratamientos para nutrir y mantener sano el cabello; las cremas para humectar, nutrir y reafirmar la piel; los cosméticos que corrigen los detallitos que queremos ocultar; los maquillajes que resaltan las fortalezas de nuestro rostro; las fragancias que nos hacen inolvidables y los accesorios que nos adornan. Combinar eso con una buena actitud frente a la vida es la mejor fórmula para tener siempre a mano una sonrisa que deslumbre al mundo.